jueves, 27 de noviembre de 2014

La felicidad en el camino más sencillo



Un Empresario estaba en el muelle de un pueblo costero cuando llegó un bote pequeño con un solo pescador. Dentro del bote había varios atunes de buen tamaño.

El empresario elogió al pescador por la calidad del pescado y le preguntó cuánto tiempo le había tomado pescarlos. El pescador respondió que solo un poco de tiempo.

El Empresario le preguntó por qué no permanecía más tiempo y sacaba más pescado.

El pescador le dijo que tenía lo suficiente para satisfacer las necesidades inmediatas de su familia. El Empresario luego preguntó, ¿pero qué hace usted con el resto de su tiempo?

El pescador dijo, duermo hasta tarde, pesco un poco, juego con mis hijos, hago siestas con mi esposa María, me voy todas las noches al pueblo donde tomo ron y toco guitarra con mis amigos. Tengo una vida completa y ocupada.

El Empresario replicó: Yo soy un MBA de Harvard y podría ayudarte. Deberías gastar más tiempo en la pesca y con los ingresos comprar un bote más grande, con los ingresos del bote más grande podrías comprar varios botes, eventualmente tendrías una flota de botes pesqueros. En vez de vender el pescado a un intermediario lo podrías hacer directamente a un procesador de pescado, y después abrir tu propio procesador de pescado.

Deberías controlar la producción, el procesamiento y la distribución. Deberías salir de este "pobre" pueblo e irte a la ciudad, luego a la capital y luego al exterior, donde manejarías tu empresa en gran expansión.

El pescador preguntó, ¿pero cuánto tiempo tarda todo eso?
A lo cual respondió el empresario "entre 15 y 20 años"

¿Y luego qué?

El empresario se ríe y dijo " que esa era la mejor parte".
Cuando llegue la hora deberías anunciar un I. P.O. (Oferta  Inicial de Acciones) y vender las acciones en oferta al público.

Te volverás rico, tendrás millones".

" Millones... ¿y luego qué?

Dijo el Empresario: " Luego te puedes retirar. Te mudas a un pueblo en la costa donde puedes dormir hasta tarde, pasear un poco, jugar con tus hijos, hacer siesta con tu mujer, ir todas las noches al pueblo donde tomas ron y tocas guitarra con tus amigos"

El pescador respondió, ¿acaso eso no es lo que tengo ya?

¿Esencia o existencia?

La esencia es  aquello que contesta a la pregunta sobre lo que una cosa es, es la sustancia considerada como algo definible, es aquello que está compuesto de materia y forma y  es aquello que puede ser únicamente forma en un ser inmaterial, sin embargo, la existencia es el acto que permite que una esencia o sustancia tenga ser, aquello por lo cual una sustancia material o inmaterial es un ser real, es la existencia.

La metafísica aristotélica conduce a una interpretación del mundo difícilmente conciliable con el cristianismo: el mundo es eterno y está compuesto de una multiplicidad de sustancias que, en cuanto tales, tienen la misma entidad. La distinción que ya había establecido entre la esencia y la existencia será la respuesta que buscará santo Tomás basada especialmente en la teoría del acto y la potencia, habrá que distinguir en cada sustancia la esencia de la existencia. La esencia está respecto a la existencia como la potencia respecto del acto. Lo que una cosa es, su esencia, puede ser comprendido independientemente de que esa cosa exista o no, e independientemente de su existencia o no, la esencia se mantiene inalterable siendo lo que es.

Por ejemplo, comprendemos lo que es un hombre independientemente de que existan o no hombres, y lo mismo con cualquier otra sustancia. La esencia sería, pues, una cierta forma de ser en potencia: para existir tendría que ser actualizada por otra entidad que le diese la existencia, ya que nada puede ser causa de su propia existencia. Por lo tanto, todas las cosas que existen son un compuesto de esencia y existencia. En ese sentido son contingentes, es decir no tienen en sí mismas la necesidad de existir, pueden existir o no existir. ¿De dónde les viene, pues, la existencia? Ha de proceder de otra sustancia que exista eminentemente, es decir, de una sustancia cuya esencia consista en existir y sea, por lo tanto, un ser necesario: Dios. Se establece así una distinción o jerarquía entre los seres: los contingentes, los que recibe su existencia; y el ser necesario, aquel en que la esencia y la existencia se identifican.

La concepción de la esencia se modifica con respecto a la concepción aristotélica: para Aristóteles la esencia venía representada exclusivamente por la forma; para Sto. Tomás la esencia de los seres contingentes comprende también la materia, y la esencia de los seres espirituales se identifica exclusivamente con la forma, ya que carecen de materia. Se establece pues una separación radical entre Dios y el mundo, haciendo del mundo una realidad contingente, es decir, no necesaria, y que debe su existencia a Dios, único ser necesario. Por lo demás, en la medida en que la existencia representa el acto de ser se establece una primacía de ésta sobre la esencia. Esta identificación del ser con la existencia le permitirá a Sto. Tomás hablar de seres constituidos por formas puras, como los ángeles y Dios, distinguiéndose en que los ángeles reciben también la existencia de Dios. Le es posible, entonces, admitir sustancias inmateriales, lo que desde una posición estrictamente aristotélica resultaría difícilmente sostenible.

La distinción entre esencia-existencia no es una distinción física sino metafísica. Esto quiere decir lo siguiente:
- La esencia no existe físicamente separada de la existencia. Ello significa que Tomás de Aquino no creía en un "mundo" de esencias existentes ni en un mundo de existencias "existentes". No hay una idea general de existencia que  viene de fuera  y se inserta en las cosas particulares. De todos modos la existencia es un don divino En este sentido, la distinción es un principio que nos ayuda a comprender la dependencia de lo creado por dios
- Que no sea una distinción física no significa que no sea una distinción real o que Tomás pensara que era una mera distinción mental. Es una distinción real siempre que no entendamos por real lo igual a dos cosas físicas diferentes. Cuando Tomás habla de un "compuesto real de esencia y existencia" lo que quiere decir es que el acto por el cual algo tiene realmente su esencia, es decir, por lo que realmente llega a ser una sustancia, es causado por algo externo a la misma esencia o sustancia. No es una distinción meramente mental la que se da entre esencia  más existencia. Ahora bien, ¿qué es lo que sucede con Dios? Tomás de Aquino pensaba que en EL, tal identificación, se daba: esencia y existencia coinciden en Dios. Pues bien, si la distinción entre esencia y existencia fuera solamente mental o lingüística, y no real, es evidente que si alguien explicara lo que significa la palabra Dios debería "ver" inmediatamente su existencia, pero Tomás de Aquino pensaba que ello NO era posible. Recurre también a las teorías platónicas de la participación y la causalidad ejemplar: los seres contingentes reciben la existencia de Dios, por lo que su existencia participa de alguna manera de la existencia de Dios, el único ser necesario, lo que conduce a Sto. Tomás a similares dificultades a las que la teoría de la participación había conducido a Platón, aunque ahora en un plano más estrictamente teológico.

Ningún ser finito existe necesariamente. En el ser finito la esencia es distinta de la existencia, del mismo modo que el acto lo es de la potencia. La función de la existencia es diferente de la forma y de la esencia: la forma determina o completa la esfera de la esencia, sin embargo, no actualiza a la esencia, quien actualiza a la esencia es la existencia. La existencia no es ni materia ni forma. No es ni esencia ni forma parte de ella. La existencia es el acto por el cual la esencia es.



martes, 25 de noviembre de 2014

Ecuación de Dios

También hubo noches de frustración, de verdades reveladas y de antiguos sabios biólogos. Noches de lectura de libros que envenenan, noches de algunas preguntas y de pocas pero dulces respuestas.

La pregunta es: Racionalmente, ¿existe Dios? Evidentemente, dijo aquel fantasma, al principio perseguido, luego admirado, y finalmente santificado. Aquel fantasma que buceaba sobre libros muertos pero que hablan de vida, libros escritos para razonar, para explicar, para calmar ese ansia de conocimiento que debemos a aquel triste árbol con la serpiente ladina enroscada y los frutos marchitos.

Pues claro que existe. Si Dios no es, nosotros no somos. Ya lo decía el maestro del gran Emperador. Seres no son si no gozan de materia, pues solo los maestros que viajan a otros mundos creen en los seres cognoscibles. Pero una piedra no es, y sin embargo, tiene materia. También hace falta algo más. Llámalo forma, llámalo alma, llámalo idea.


  Materia + Forma = Ser    [Vivo o no vivo (Pensable)]


Así que la ecuación nos dice que para ser, hace falta materia y forma. El mundo es eterno, la forma es común a la especie, el mundo está explicado, el ansia satisfecha. Pero nuestro antiguo fantasma no estaba tan contento. ¿Dónde queda Dios en este sistema? Pues nuestro fantasma cogió la teoría del viejo maestro, y le dio vueltas, y la golpeó, y la cambió, y la resquebrajó. Como aquel monstruo que se ofusca en que la pelota es cuadrada, y la golpea, le da vueltas y la machaca, hasta que la pelota queda cuadrada.


¡Pero tiene un fallo! ¡Esa ecuación tiene un fallo! Porque hay cosas que tienen forma y materia y no existen. Dónde quedan aquellos seres extintos que yo no veo pero que también son. Aquellos seres no existen. Pero yo existo y tú existes. Eso es Dios. Hay verdades que se ven con el filtro de la fe y otras con el filtro de la razón. Para la razón, quizá Dios no es un ser omnipotente, creador, padre y juez de todos. Para la razón, quizá Dios es la existencia. Para la razón Dios también existe.


Materia + Forma + Existencia (Dios) = Ser   (Vivo)


Y ese apretón de manos entre el maestro del gran Emperador y el padre creador de todos, convirtió al fantasma en un ejemplo a seguir para aquellos que quieren creer y no pueden. Y aquellas noches de lectura y de frustración al fin pasaron, y llegó la felicidad. Y más tarde le llegó la muerte también, y entonces al fin se chocó con el muro de la verdad, aquella verdad que tanto deseaba. Y no sabemos si le gustó o no, lo que sí sabemos es que cuando al fin pasaron aquellas noches de lectura y de frustración, fue de los pocos hombres que viven, o han vivido, con una felicidad ilustrada.


jueves, 20 de noviembre de 2014

La "Caverna tonta", una visión actual del mito de Platón

Cualquiera que conozca algo sobre la filosofía de Platón conocerá seguro su famoso mito de “La Caverna”. Desde que fuese escrito en el libro VII de “La República” se han hecho numerosas  interpretaciones de este texto pero posiblemente la más evidente sea la que lo relaciona directamente con la televisión. Sustituyamos la pared de la caverna en la que se proyectan las sombras de lo que hay en el exterior por una pantalla. Una vez hecho esto, las sombras proyectadas sobre esa pared sustituyámoslas por  información manipulada, con la cual se nos bombardea con noticias, datos y estadísticas nefastas con el único de fin de provocarnos miedo y tenernos donde ellos quieren: encerrados en casa sin salir por miedo a que nos ocurra lo mismo que hemos visto, igual que los prisioneros en la caverna tenían miedo a esos “seres” del exterior.

Gran número de personas viven con miedo al mundo que les rodea por culpa de haber estado sometidos durante años y años a este tipo de información.  Para ellos esta información es la única verdad que existe, es decir, pertenecen a lo que se conoce como “el mundo sensible”, aquel que se conoce por medio de los sentidos, más concretamente, a través de dos de ellos: la vista y el oído.
 Pero no todo el mundo pertenece a este gran grupo que vive con miedo. Una pequeña parte no está atrapada en esa espiral de pesimismo, por una sencilla razón: no solo se limitan a ver la televisión,  sino que se dedican a investigar por su cuenta las cuestiones del mundo y  así poder obtener una segunda opinión, que en muchos casos puede ser bastante distinta a la que nos cuenta la “caja tonta”. Solo la filosofía y un pensamiento crítico pueden liberarnos de la caverna en la que estamos apresados sin darnos cuenta día tras día.  Es por ello por lo que estas personas no tienen miedo a salir, sino todo lo contrario: tienen miedo a quedarse en casa y a terminar como esa gente que se dedica a vivir con miedo. Este grupo de personas, que buscan segundas opiniones y otro punto de vista, pertenecen al conocido como mundo inteligible, al que se accede gracias a la razón. La razón que motiva a estas personas a salir y buscar otro tipo de respuestas es muy sencilla, pues se trata simplemente de recordar nuestra esencia humana.

Pongamos un ejemplo. Supongamos que un individuo pertenece a uno de los grupos  que se dedica todos los días a ver el  mismos informativos. Un día unos de esos individuos acaba harto y decide investigar por su propia cuenta en otro medio distinto a la televisión un asunto que le trae de cabeza. Cuando lo hace, queda aterrado por lo que acaba de descubrir y decide volver al grupo para exponer lo que ha descubierto, los integrantes  -al escuchar lo que dice- se ríen de él puesto que para ellos  es simplemente un loco o alguien que se ha dejado influir por otra fuente de información que no es nada fiable para ellos, ya que solo confían en lo que ven (o  en lo que ellos quieren que vean).

Esto es básicamente lo que se dice en el mito, la llegada de una persona que rompe con las ideas que ya tenía el grupo y que lo desmonta totalmente, tanto que lo toman por loco. La idea que hay detrás puede ser básicamente la de ayudar a los hombres a llegar a la verdad y mostrarnos como los seres humanos a menudo tendemos a engañarnos a nosotros mismos.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

La naturaleza hace al epicúreo y le da espíritu estóico

Antiguos filósofos que en la búsqueda de la verdad explicaron varias maneras de vivir.
Ya no hay gente que explique cómo vivir, ahora la gente solo vive. O lo intenta. Y aún así, aquellas explicaciones no suenan tan descabelladas a día de hoy, y ante la falta de nueva filosofía, se idealiza la antigua.

Yo me pregunto si estos antiguos filósofos, en su búsqueda de la verdad tuvieron en cuenta el orden natural, y dieron explicaciones fuera de su metafísica teórica. Pues últimamente me planteo si es cierto que la naturaleza hace al líder y le da espíritu de líder, o si hace al rico y le da espíritu de rico, o si hace al esclavo y le da espíritu de esclavo.
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Un ser humano que a los ojos de la mayoría parece un cascarón triste y vacío. En su interior, posee deseos desmesurados, necesita el placer, busca triunfar y reinar sobre aquellos que le menosprecian. Es decir, este cascarón tan marginado, es un epicúreo en potencia. Y qué hay de malo en desear, en querer vivir en el placer y en el gozo, en intentar hacer tu vida naturalmente más placentera. 
Pero a estos deseos y placeres no los acompaña un espíritu fuerte y mezquino, sino un espíritu estóico, más débil, más conformista, más lógico, más racional, impidiendo al cuerpo cumplir sus placeres epicúreos, sumiéndolo en el caos moral y social, llevando en primera instancia a la tristeza y a la melancolía, y en última instancia a la locura y a la paradoja suicida.

Pues sí, un cascarón epicúreo, para un espíritu estóico. Un ser que cree en el azar, un espíritu que cree en el determinismo y en el destino. Un ser que huye de los miedos, un espíritu que los acepta y muere dominado por ellos. Un ser que desea poder luchar, un espíritu que se doblega. Un ser que ama, que siente, que desea, que necesita, un espíritu que padece, que sufre, que no lucha, que no deja sentir.

La naturaleza, a veces, hace al epicúreo y le da espíritu estóico. Y a estos antiguos filósofos, que tanto esfuerzo pusieron en explicarnos cómo debemos vivir, yo desearía preguntarles, ¿cómo debe vivir un ser así?

martes, 18 de noviembre de 2014

Los ignorantes y los intelectuales

Mares de tinta se han vertido sobre la interpretación del mito de la caverna, y supongo que lo conocéis de sobra, se pueden sacar varias claves, unas más visibles y otras más profundas, pero una de las cosas que llama la atención es la idea de los dos mundos; Mundo Inteligible o de las Ideas y el Mundo Sensible el cual lo tomamos como el lugar donde vivimos. Nos equivocamos, tenemos miedo de lo que puede significar lo verdadero, y giramos la cabeza para no entender. Vivimos encantados con nuestra vida no queremos preocupaciones y, sobretodo, negamos que nos iluminen por temor a conocer lo que verdaderamente es real, a que nos arrebaten los ideales que hemos obtenido y nos han enseñado a lo largo de nuestra patética vida.

 Pero existen atrevidos que con valor se adentran en este desconocido territorio inexplorado que tan pocos saben de él y los que oyen de este no quieren atender a razones cuando estos valientes vuelven del nuevo Mundo con la valiosa información obtenida. Día tras día, momento tras momento, en la historia de nuestro mundo sucede este acontecimiento y los tachamos de locos trastornados, da igual la época o la civilización, no cambies lo que se ha sabido siempre.

Pobre lo ocurrido a Galileo Galilei, quemado después de ser acusado de hereje, simplemente por mostrar los conocimientos que  le fueron mostrados y la Inquisición no quiso escuchar ya que pensarían:
 -¿Para qué cambiar lo que hemos creído siglos y siglos de nuestras creencias? ¿Qué ganábamos con  cambiar nuestra idea? ¿Con que objetivo? Si estamos bien con nuestros pensamientos. ¿Para qué decirle a la gente la verdad de lo real si solo nos perjudicaría en nuestra honra y el conocimiento el cual tenemos a lo existente ocurrido de todo lo que nos rodea en este mismo instante?.

Ejemplos muchos, cambios en la idea de estos mundos pocos, por no decir ninguno. En la mayoría de estos logros se puede hacer entender como máximo una visión distinta y explicándola con pelos y señales, ¡pero cuidado! no intentes hacerles entender el otro mundo porque solo los afortunados y capacitados para ello tienen el derecho y capricho de llegar hasta semejante fuente.