lunes, 20 de octubre de 2014

Sobre noches de nostalgia, lobos y gorriones que observan

Qué noches aquellas en las que un viejo, clásico, retraído griego observaba el mundo como un padre observa a un hijo travieso. Se daba cuenta de sus errores, de que no era perfecto, de que de hecho no era ni bonito, ni agradable, ni feliz, ni justo. Y como cualquier buen científico haría cuando se enfrenta a un problema, lo analizó, lo estudió exhaustivamente, y dio con la clave para que su travieso, malvado, e injusto hijo (o mundo) se convirtiera en lo que (a sus ojos) era lo mejor.

La gente no es mala, solo ignorante. El mal solo es la ausencia del bien, actuar sin tener claro lo que es mejor para ti, para el pueblo, para todos. De esta forma si la gente es ignorante, no se puede confiar en ella. Cuando construimos un edificio, no sometemos a votación entre todos como vamos a hacerlo, sino que designamos la labor en el arquitecto. Cuando alguien enferma, no discutimos entre todos el tratamiento, sino que apostamos por la decisión del médico. ¿Por qué cuando se trata de lo más importante de todo, que es el bien del país y las leyes que son adecuadas para la convivencia entre los ciudadanos, dejamos que todo el mundo opine y nos sometemos a la mayoría y no llamamos a aquél que sabe? Alguien que tenga bien clara la verdadera idea del bien y de justicia. Que gobiernen ''aquellos hombres de naturaleza mejor dotada''.

Pero aquellas noches ya pasaron, y ahora el gobierno de un país es llevado a cabo por una panda de rufianes y estafadores que roban al pueblo y utilizan el poder en su propio beneficio. Ignorantes, diría nuestro viejo griego. Pero quizá los verdaderos ''hombres de naturaleza mejor dotada'', son estos malvados que nos gobiernan. Aquellos que han conseguido llegar a lo más alto, no por conocer mejor la idea del bien, sino por falta de escrúpulos y demasiada ambición. Quizá es verdad que estamos condenados a comernos los unos a los otros, como esos lobos pútridos y tenebrosos de los cuentos que se comen a los ignorantes y desdichados corderos mientras estos últimos intentan atiborrarse de hierba, a la vez que ''aquellos hombres de naturaleza mejor dotada'' observan como gorriones en las ramas de un árbol, un mundo cruel, oscuro, malvado, el cual no tiene solución, el cual solo ellos ven como realmente es, en el cual han sido condenados a vivir. Por desgracia, quizá la naturaleza no quiere que el lobo se haga vegetariano, y tampoco ilumina al cordero para que se dé cuenta de su situación, ni tan siquiera le da valentía al gorrión para que luche por cambiar las cosas. Quizá si nuestro viejo griego levantara la cabeza, se la volaría.

lunes, 6 de octubre de 2014

La existencia o inexistencia de un destino escrito

Ya son 17 los años que arrastro tras de mí, y como buen chico me dispongo a enfrentarme a eso que llaman 2º de Bachillerato, ese curso marcado en negro por todos los alumnos, porque te enfrentas a esa prueba malograda llamada selectividad. Y como parte de este curso que me dispongo a enfrentar, me toca aprender Historia de la Filosofía. Y por eso estoy aquí, amigos y amigas, iniciando un blog compartido, en el que publicaré trabajos relacionados con la asignatura, con filósofos famosos como principales protagonistas, y espero que con algo de originalidad por mi parte.

En la primera entrada debería de empezar a divagar sobre el gran Platón, Sócrates, o los condenados sofistas. Sin embargo, espero que mi apreciado profesor de filosofía me permita el lujo de empezar el blog con una pequeña reflexión mía, inspirada entre otras cosas por ciertas ideas de Platón y por la película Matrix ya vista en clase.

¿Está escrito tu destino? SI y NO. NO, porque a menos que sigas alguna creencia religiosa que lo apruebe, no estás limitado por ningún destino escrito, y eres libre para desarrollar tu futuro como desees. Esas coincidencias que te hacen creer en la existencia de un orden escrito, para mí son solo eso, coincidencias.

Y ahora explicaré el por qué quizá SI existe el destino. Hasta hace muy poco tiempo, yo creía ser el dueño de mi propio destino, libre para labrarme mi futuro con trabajo y esfuerzo. Y sin embargo, quizá estaba equivocado. Pues escuchando otra reflexión se me presentó una idea que yo no había barajado.

Para que se me entienda mejor, imagínate una situación de tu vida en la que hayas tenido que elegir. Por ejemplo, los que hayáis tenido que elegir entre trabajar o estudiar, o elegir una carrera universitaria entre múltiples opciones. ¿Y si te dijera que en realidad no eras libre para elegir? Y no es que nadie te pusiera limitaciones, las limitaciones te las ponías tu mismo, y el entorno que te rodeaba. Volviendo al ejemplo anterior, quizá elegiste trabajar porque estudiar no era lo tuyo, y si se te presentara de nuevo la misma situación, con la misma experiencia y el mismo entorno rodeándote, elegirías exactamente lo mismo.

Traslada este ejemplo a tu futuro, y piensa que cuando se te presenten otras elecciones, pasará lo mismo, elegirás según tu situación en ese momento, según tu forma de ser. Es decir, nunca podrás ser médico porque odias estudiar, y como además eres inútil, terminarás viviendo en la calle, incapaz de desarrollar ningún trabajo. Es un destino muy triste e infeliz, y estas condenado a él por tus propias limitaciones como persona. O quizá simplemente carecías del dinero necesario para pagar los estudios, y por eso acabaste condenado por el entorno a malvivir, sin importar tus cualidades. O quizá, a pesar de que creciste sin recursos económicos, eras lo suficientemente independiente y trabajador como para conseguir el dinero necesario para pagar la carrera. En cualquier caso, tu destino era inalterable, basado en ti, en tu evolución como persona y en como te afecta y te cambia el entorno.

Antes de que cunda el pánico, todo esto es solo una simple teoría, aunque bastante creíble desde mi punto de vista. Por supuesto que las personas vamos evolucionando y cambiamos nuestra forma de ser, pero estamos condenados a elegir según nuestras propias circunstancias en el momento de la elección, lo cual, de alguna forma,nos condiciona, y hace que no seamos totalmente libres.

Finalmente os dejo un vídeo buenísimo que fue el que me hizo plantearme este tema, y que trata los puntos sobre los que os he hablado, pero de forma más clara y concisa. Sin más dilación me despido, prometiendo que la próxima vez intentaré traer un verdadero trabajo sobre filosofía, y no una burda reflexión de un adolescente.